
Hace unos días lanzaban esta pregunta en el Foro de Educación de El País.
La respuesta que propusimos no llegó a ser publicada en su momento, por lo que la reproducimos aquí:
Sí, pero no sólo es un tema de contaminación, es de educación. Trataremos de explicarnos:
Entendiendo la escuela como el principal lugar donde se deben empezar a incorporar al desarrollo de la infancia las competencias sociales y cívicas, y la exploración del medio ambiente, se concluye que, para la realización de dichos procesos es de vital importancia el marco físico (construido, natural) de la propia escuela.
Dicho marco quedaría incompleto si lo acotamos al interior de las vallas del colegio (otro tema a debatir sería la necesidad o el carácter de estas vallas) puesto que el espacio de exploración se vería confinado (¿tienen los animales del zoo suficiente espacio para desarrollarse dentro de sus jaulas?).
El aprendizaje verdaderamente significativo se realiza en el conjunto de espacios que frecuentan l@s niñ@s durante su infancia, y en una gran mayoría, ese espacio es la ciudad.
Pero en la ciudad hay peligros, y los padres y madres no somos tan temerarios de permitir la exploración autónoma de la ciudad a un niño de 8 o 10 años.
Para poderlo permitir necesitaríamos transformar la ciudad en dos aspectos fundamentales: confianza en la comunidad y espacios libres de tráfico motorizado donde se pueda conversar y jugar. Y esa transformación debería empezar por los entornos escolares.
Muy buena información, gran aporte al blog.
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